jueves, 10 de junio de 2010

ACTITUDES SALUDABLES

Unas actitudes en la vida auténticamente generosas favorecen la salud y el desarrollo óptimo de las cualidades de la persona.
Para ello, nuestra buena intención hacia el bien real de las personas tiene que anteponerse a nuestros intereses personales superficiales; y, por el contrario, no haremos nada si nos guiamos, como último objetivo, por sólo el bien material de las personas, con lo cual tampoco sería posible la depuración de nuestra intención, la cual permanecería contaminada de intereses superficiales, los cuales no guían bien.
Dado que es necesario superar los intereses personales superficiales, es importante ver estos intereses o tentaciones, ya que si uno no los ve, lejos de significar que no existan y que no estén causando su efecto dañino, significa, por el contrario, que uno se está dejando llevar por ellos sin resistencia alguna, quizá autoengañándose y pensando que hace por el bien, lo que puede sencillamente hacer por cualquier interés personal no purificado, como amor propio, comodidad, etc.
La necesidad de ver las tentaciones parece todavía más importante si tenemos en cuenta que, si bien el ser humano puede elegir entre el amor de verdad, por un lado y el egoísmo, o los intereses superficiales, por otro, la sociedad incita sobre todo a esto último, con lo cual es cierto cuando dicen que para actuar mal sólo hace falta dejarse llevar. Y así es tentador, y no siempre fácil lo contrario, el dejarse llevar por complacer los intereses superficiales de otra persona, aunque su satisfacción no condujese a un bien real para nadie; y parece más difícil, al menos inicialmente, en este caso, actuar bien, buscando el bien real de las personas, sobreponiéndose a los intereses y complacencias superficiales propias y ajenas.