sábado, 14 de noviembre de 2009

Actitudes de vida sana



(Editado en junio de 2015)

Actitudes de vida sanas





 

Todo el que es de la verdad, escucha Mi Voz” (Juan 18,37)

         En la salud mental intervienen muchos factores. No todos son conocidos ni susceptibles de tratamiento.

         Dentro de los factores cuyo tratamiento está a nuestro alcance están las actitudes de vida de la persona.

         Dentro de unas actitudes más sanas tenemos: Tener el objetivo de vida de hacer lo máximo por el bien común con nuestra vida, nuestros talentos, nuestras cualidades y nuestras limitaciones.

         Cualquier objetivo parcial, hacia la familia, grupo o país, tiene que estar englobado en el anterior y nunca sobreponerse a él dado que si nos encaminamos a objetivos parciales sin tener un objetivo mayor que abarque, al menos como horizonte, a todo el mundo, inevitablemente nos encaminaremos a bienes superficiales, generalmente a la satisfacción de intereses particulares, pero no al bien auténtico de las personas objeto de nuestra atención.

        

         El objetivo de hacer lo máximo por el bien común no se hace sin el esfuerzo de sobreponerse a los propios intereses particulares. Cuando alguien vence la dificultad inicial y da algún paso en este sentido ve realmente que es eficaz para todos y realmente llega a ver que otra cosa no tiene sentido.  El camino interesado es todo lo contrario, parece muy fácil, pero luego pasa su dolorosa factura.

        

         Hay que partir de reconocer los múltiples intereses particulares de los que está llena la mente y son comunes a todo ser humano en sus múltiples modalidades. Es fundamental el reconocerlos para poder sobreponerse a ellos y depurar así cada día más la intención.  Si no se reconocen, uno está en riesgo de dejarse llevar por ellos sin darse cuenta.

        

         Si una persona procura mejorar lo único que depende de ella misma que es hacer su parte en colaborar en hacer el bien con lo que tiene, y ante las diferentes circunstancias que le surgen (poniendo su seguridad en Dios, y en Su Palabra, Quien le manda y le permite colaborar en hacer el bien de verdad y amar de verdad), vive segura y de la forma más plenamente humana y feliz dentro de lo posible. Por el contrario, si la persona pone su seguridad en lo que hacen otras personas humanas, o en que sucedan ciertas circunstancias que pudiese considerar favorables, se está guiando por sus intereses superficiales, y por esta vía no alcanza la felicidad, viendo las circunstancias y a las personas no pensando en el bien que puede hacer, sino según sus intereses superficiales.   Si uno se encamina al bien de verdad de las personas, cualquier circunstancia que pudiera surgir alrededor se vería pensando en hacer el bien, y según Dios, y no según lo que pudieran parecer intereses particulares más inmediatos;  curiosamente, esto no aleja, sino todo lo contrario, a tener las necesidades materiales humanas cubiertas, y además de la mejor manera, ya que como dice Jesucristo: "Encaminaros a construir mi Reino y todo lo demás se os dará por añadidura".